miércoles, 7 de junio de 2017

Comentario de "Doce hombres sin piedad" - Celia

Título original: 12 angry men
Duración: 95 min
País: Estados Unidos
Año: 1957
Director: Sidney Lumet
Guión: Reginald Rose
Música: Kenyon Hopkins
Fotografía: Boris Kaufman (B&W)
Reparto: Martin Balsam, John Fiedler, Lee J. Cobb, E. G. Marshall, Jack Klugman, Edward Binns, Jack Warden, Henry Fonda, Joseph Sweeney, Ed Begley, George Voskovec, Robert Webber (por orden de jurado)

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Esta película narra la deliberación de un jurado popular formado por doce hombres que deben juzgar si el joven acusado de matar a su padre con toda la evidencia a favor de dicha tesis es culpable o inocente para que cumpla condena de muerte. Doce hombres encerrados toda una tarde en una claustrofóbica sala, cada uno de oficio, procedencia, estrato social, ideología y mentalidad diferentes, tratando de discernir la verdad en un caso que aparentemente está resuelto pero que resultará proporcionar más de una sorpresa a los integrantes del jurado. Un punto de partida original, insólito y arriesgado, que da lugar a un interesantísimo desarrollo. Está considerada como una de las mejores películas de la historia del cine, y además de estar de acuerdo con esto, pienso que va más allá de ser una muy buena película. Trata una gran variedad de temas que hacen reflexionar al espectador, haciéndole sentir un miembro más del jurado que tiene que tomar la angustiante decisión y soportar el húmedo calor que impregna el ambiente. Se suman al poder de la narrativa algunos recursos y/o trucos técnicos, como que al comienzo de la película, los planos son tomados por encima de la altura de los ojos y se utilizan unas lentes especiales en la filmación que producen que aparentemente haya un mayor distanciamiento entre los personajes y a medida que avanza la película, los planos son tomados a la altura de los ojos. Al final, los personajes son filmados en planos desde abajo y con teleobjetivo, que incrementan la sensación de claustrofobia y la inmersión en los personajes.


Para analizarla argumental y éticamente, hay que conocer un poco "las piezas del juego":
- Nº1: Es un hombre de clase media acomodada, sencillo y sin grandes pretensiones, que se encarga de dirigir y moderar el debate.
- Nº2: Tímido, nervioso e indeciso, es fácil de persuadir y se deja guiar por el resto del grupo.
- Nº3: Es cerrado, intolerante y a menudo salta con agresividad cuando se plantean varias opiniones distintas. Dirige una empresa de mensajería y tiene un hijo con el que hace tiempo que no habla.
- Nº4: Es un hombre recto, de buena clase social y posición económica, que se posiciona siempre según lo que los hechos demuestren. Se expresa con corrección y es muy analítico.
- Nº5: Reservado, procedente de la zona pobre y conflictiva donde vivía el chico al que juzgan. Está acostumbrado a cumplir un rol menor y es imprecado varias veces por otros miembros del jurado.
- Nº6: Es honesto y trabajador. No busca meterse en problemas ni tener que soportar a gente intransigente, por lo que en muchas ocasiones actúa en tono conciliador.
- Nº7: Cree que tiene cosas más importantes que hacer (ir a ver un partido de fútbol) que deliberar sobre un caso que "ya está resuelto", sin importar el hecho de que haya una vida humana en juego.
- Nº8: Es arquitecto. Reservado y razonable, cree en la justicia y en el valor de la vida. Busca analizar con toda la meticulosidad posible el caso para intentar demostrar que no está tan determinado como parece.
- Nº9: Es un hombre mayor con principios e ideales sólidos, pero algo desilusionado y desesperanzado debido a recuerdos de su juventud y su pasado.
- Nº10: Huraño, racista e intolerante, frustrado por su poco éxito en la vida descarga sus fantasmas con los que considera más débiles.
- Nº11: Es un refugiado que debido a su condición no tolera la injusticia ni los malos tratos, siempre dispuesto a dialogar para alcanzar acuerdos justos.
- Nº12:  Es un joven publicista, de esas personas que sin tener grandes pretensiones suelen caer bien y ser en general, amables. Sin embargo, entrelíneas se ve que no tiene una verdadera opinión propia y la cambia según la mayoritaria, es decir, es algo hipócrita.

Como podemos ver, cada uno de los miembros procede de una situación distinta y tiene una mentalidad, principios y circunstancias vitales completamente diferentes, lo cual marca el punto clave en la reflexión que suscita la película. Cuando esta comienza, en la primera votación, todos excepto el Nº8 votan "culpable", puesto que, por un lado, las pruebas apuntan hacia ello y por otro en varios de los miembros tienen también un gran peso los prejuicios que tenían sobre el grupo social al cual pertenecía el joven acusado. Al haberse opuesto una persona, puesto que todos pensaban salir rápido del juicio, se sienten contrariados y no quieren oír lo que el jurado 8 tiene que decir.  No obstante, este persiste firme en su posición y empieza a argumentar el por qué de su votación. Al principio, hace apelación al lado emocional y a la empatía, poniendo en valor el hecho de que tienen en sus manos la vida de un chico que, aunque haya una posibilidad remota, quizás sea inocente.
"Había once votos de culpable. No resulta fácil levantar la mano y enviar un chico a la muerte sin hablarlo antes [...] Está en juego la vida de alguien. No podemos precipitarnos, y si nos equivocamos [...] ese chico ha recibido solo patadas. Ha nacido en una chabola. Perdió a su madre a los nueve años y vive en un orfanato mientras su padre cumple condena por falsificar moneda. No es un feliz comienzo. Es arisco y rebelde porque es lo único que ha conocido. Alguien la ha estado propinando golpes un día si y otro también. Hace dieciocho años que ha sido desdichado y creo que le debemos unas pocas palabras". Jurado Nº8
A partir de esta observación, la cual no consigue la suficiente fuerza para atraer la atención de los demás, el Nº8 recurre a la duda cartesiana y la mayéutica de Sócrates para dar lugar al origen de la duda razonable. No obstante, no impone ninguna opinión: solamente invita a reflexionar.  A partir de aquí, haciendo preguntas que suscitan un punto de vista que antes no había sido contemplado por ninguno de los jurados, algunos empiezan a cambiar su voto a inocente. Aún así, la tesis de la inocencia no cobra la fuerza suficiente debido a que los hechos siguen apuntando hacia la opción contraria y la presión de grupo se hace patente al seguir siendo la mayoría contrarios a la inocencia del chico.

Sin embargo, el Nº8 todavía no ha terminado con su alegato hacia la duda. Tras poner en tela de juicio la votación pro-culpable, los hechos objetivos que eran usados como argumento por los miembros más analíticos y racionales son también cuestionados, con alternativas a lo establecido como pasado y puntualizaciones que resultan muy plausibles. Las pruebas se basaban en la navaja que el muchacho había supuestamente utilizado para el asesinato (la cual había sido vendida como la última unidad y era por tanto, presuntamente exclusiva) y tres hechos fundamentados en testimonios: un anciano que le escuchó decir <<¡Te mataré!>> y le vio salir del piso, una mujer que desde la ventana de un tren había visto cómo se realizaba el crimen y la declaración del chico de haber ido al cine aquella noche pero de no recordar el título de la película. Todos estos argumentos van dejando lagunas al descubierto conforme son analizados y esto hace que los miembros que se agarraban a los hechos cambien también su voto. Es por esto que el ambiente caluroso puede ser visto como un símbolo de la presión sobre el jurado 8. El ventilador es finalmente encendido por el jurado 7 (el cual será el siguiente en votar no culpable debido al cambio de opinión del resto) cuando la votación llega a 6-6, aliviando la tensión. Gradualmente, todos van cambiando su voto (ya sea por convicciones propias o con fines utilitaristas, con el interés de acabar cuanto antes o de seguir la corriente grupal) excepto los jurados 10 y 3 que cegados por los prejuicios y sus experiencias personales siguen obcecados. Una de las escenas más poderosas y que llama mi atención de la película, se da cuando el Nº10 da rienda suelta a sus prejuicios y, desaforado, insulta y desacredita a la gente como el acusado por ser de una determinada posición social y venir de una zona determinada, a lo cual el resto reacciona levantándose de la mesa y cuya respuesta del Nº8 deja una de las tantas buenas frases y diálogos que hay a lo largo del metraje:
"Por una u otra razón los prejuicios siempre ofuscan la verdad, una verdad que yo desconozco y que es probable que nunca conozca."

Es en este punto y ante la revelación del por qué de la agresividad e intolerancia del Nº3 es cuando tanto los personajes como el espectador se dan realmente cuenta de la influencia que los prejuicios y las experiencias personales habían tenido en las decisiones tomadas. Finalmente, el jurado 10 y el 3 cambian su voto a "inocente" con unas también absorbentes escenas finales en las que conocemos el por qué del Nº3 y vemos cómo el jurado 8, tras verle haberle visto resquebrajarse y mostrar su debilidad, le ayuda a ponerse la chaqueta, como símbolo de comprensión y respeto.

En definitiva, es una excelente película que nos hace reflexionar, empatizar y acabar con más preguntas de las que empezamos: ¿Hay algo que pueda etiquetarse como la verdad? ¿Es posible la objetividad si los hechos siempre son juzgados por personas que se ven influencias por multitud de factores? ¿Puede tenerse la certeza absoluta sobre algo? Tal como nos enseña la película, preguntarse es positivo, puesto que la duda puede ser uno de los mejores motores para la justicia, la empatía y la comprensión.  

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