SANTIAGO MÉNDEZ GARCÍA 4ºB
REFLEXIÓN: LA SOCIEDAD, LOS DERECHOS, LAS NORMAS Y LA CONCIENCIA MORAL
En la actualidad, las
personas conviven en diferentes sociedades controladas por una gran serie de
normas y leyes. John Rawls entiende la justicia como la equidad; establece que
una sociedad justa cumple que cada persona tiene un derecho igual a un esquema
similar de libertades para otros, y las desigualdades sociales y económicas
deben resolverse de modo que resulten en el mayor beneficio de los miembros
menos aventajados de la sociedad, y los cargos deben estar abiertos bajo
condiciones de igualdad de oportunidades. Entonces, las leyes de una sociedad
justa harían que el individuo goce de derechos y libertades básicos, pero sin
transgredir los de los demás: La libertad de uno acaba donde empieza la del
prójimo. Así, en una sociedad justa cada uno es libre de actuar de distintos
modos sin violar los derechos de los demás ni hacer el mal de forma que otros
no gocen de la misma libertad. Además cada individuo tiene unas obligaciones
que debe llevar a cabo para el bien de la sociedad.
Las normas y leyes indican qué se puede o debe hacer y
qué no o cómo debemos actuar en ciertas ocasiones, y pueden sancionar a los que
no las cumplen. Estas son el instrumento más importante para establecer el
orden social y la justicia, y para intentar conseguir la libertad individual a
la vez que los derechos básicos de todos. Hacen que se cumplan los derechos y
las obligaciones de las personas. En una sociedad sin normas se instalaría el libertinaje,
es decir, algunas personas podrían hacer todo lo que quisiesen y actuar como
quieran, pudiendo hacer el mal e infringir los derechos y libertades de los
demás y hacer la violencia; toda conducta estaría permitida y sería un caos.
Sin embargo, dos corrientes filosóficas del s. XIX aspiran a una sociedad justa
sin leyes ni Estado, ni propiedad privada: el Anarquismo de Bakunin y Kropotkin
y el Marxismo de Marx y Engels; creen en una sociedad utópica en la que cada
uno se dicta sus propias normas morales y es completamente libre, pero no hay
leyes. Yo creo que las normas son imprescindibles para el orden social, la
libertad y los derechos y es imposible una sociedad justa sin leyes, y ese
ideal es una quimera.
En los países democráticos, las leyes son producto del
consenso entre las personas, puesto que el pueblo elige a sus representantes
mediante el voto, y estos son los que aprueban las leyes en el Parlamento. Esto
hace las leyes más legítimas y nos lleva a una sociedad más justa en la que
todos podemos participar en la política y es más fácil que se respeten los
derechos individuales. Como las leyes son fruto del acuerdo, para respetar a
los individuos de una sociedad se deben respetar sus leyes, por ejemplo: a un
ciudadano, aunque no es pobre, no le agrada pagar sus impuestos porque
perjudica directamente a su economía, pero piensa que tiene que hacerlo (y lo
hace) porque el Estado utiliza el dinero público para el bien común y sin los
impuestos no se podría disponer de los servicios públicos (sanidad, educación,
servicios de emergencias, policía, guardia civil, etc.) ni los derechos que
estos implican. No obstante, esto no quiere decir que en estos Estados todas
las leyes sean justas; hay leyes que no son justas o se podría considerar que
no lo son, ya que el sistema no es perfecto y pueden haber errores y no
respetarse algunos derechos, por ejemplo: en Rusia está prohibido el matrimonio
homosexual, y en España la ley de seguridad ciudadana (ley mordaza) limita el
derecho a huelga. El trascendental pensador nacionalista indio Mahatma Gandhi
defendía la huelga, la resistencia no violenta y la desobediencia civil si la
conciencia moral propia no estaba de acuerdo con leyes o decisiones del Estado.
Personalmente yo estoy de acuerdo con la
legitimidad que da la democracia a sus leyes.
En los regímenes dictatoriales y no democráticos, una
sola persona tiene todo el poder político, por lo que hace sus propias leyes y
pone en práctica sus propios valeros, y no se respetan todos los derechos y
libertades individuales.
Además, en una sociedad justa se reconocerían los
derechos básicos de sus integrantes y también la dignidad humana. La dignidad
humana es el valor supremo de la vida de las personas, que se reconoce por
medio de la igualdad y los derechos, y por supuesto la igualdad de derechos
políticos y jurídicos (igualdad ante la ley y la justicia, derecho al voto).
Para reconocer mundialmente la dignidad humana y los
derechos de las personas e intentar que se respeten, en 1945 se firmó la Carta
de las Naciones Unidas en San Francisco; tras la 2ª guerra mundial, la
comunidad internacional se comprometió a evitar que se repitiese un holocausto.
En 1948, los 50 estados miembros de las Naciones Unidas aprobaron en París la
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta declaración ha inspirado
tratados y constituciones, aunque en la mayoría de países no se cumplen los
derechos humanos: según la ONU, solo se cumplen todos en 14 países, entre ellos
Francia, Alemania, Bélgica y Canadá. La declaración se amplió a colectivos como
las mujeres y los niños. Los derechos humanos son universales (pertenecen a
todas las personas), inalienables (no se pueden traspasar) e interdependientes
e indivisibles (todos tienen la misma importancia, y para que uno de ellos sea
reconocido se deben respetar todos). Actualmente, la Organización de las
Naciones Unidas está formada por 193 países, y defiende y trabaja por los
Derechos Humanos, la paz y la igualdad. Amnistía Internacional es una
organización presente en 150 países que lucha por los derechos humanos, fundada
por el abogado inglés Peter Benenson. En mi opinión, la ONU y los Derechos
Humanos son sumamente importantes, puesto que así se pueden reconocer y hacer
respetar los derechos de todas las personas del mundo, y estamos un gran paso
más cerca de la justicia y la igualdad en el mundo.
La dignidad humana se conoce desde la antigüedad, pero,
¿qué hace al ser humano tan diferente del resto de seres vivos? ¿Cómo nace el
ser humano y cuál es su naturaleza?
El ser humano está dotado de la Razón y de un intelecto
superior, y también de la moral, que determina lo que está bien y lo que está
mal.
El filósofo inglés del XVII Thomas Hobbes (el Leviatán),
junto a otros pensadores, sostiene que el ser humano es brutal y egoísta por
naturaleza, y la sociedad intenta corregir su comportamiento. El ilustrado
francés Rousseau defendía que las personas nacen naturalmente buenas y la
sociedad las corrompe. Estas posturas son un tanto deterministas. Por último
hay quien cree que el hombre no tiene una naturaleza determinada y que el
futuro de un individuo depende de sus decisiones y de las circunstancias y
condiciones con las que vive. Esta postura está un poco más relacionada con el
libre albedrío. Yo no me decantaría mucho por ninguna de las ideas, pero pienso
que el carácter y los actos de las personas dependen de sus decisiones y
circunstancias, y que aunque las personas nacen inocentes también tienen cierto
egoísmo por naturaleza, y en el desarrollo de su pensamiento intervienen muchos
factores.
Por otro lado, las personas no nacemos con conciencia
moral, es algo que se adquiere con el tiempo con el desarrollo intelectual y la
madurez. Los referentes de nuestra moral son los valores, principios, normas e
ideales.
Los
valores son cualidades de las realidades que las hacen estimables, y siempre
tienen uno opuesto: bien y mal, belleza y fealdad, sinceridad y mentira… Las
normas, como dije anteriormente, dicen qué se debe hacer y qué no; los
principios son normas muy generales en las que se basan o inspiran otras más
concretas: tratar a los demás como te gustaría que te traten a ti, decir la
verdad, no usar la violencia salvo para defenderse… Los ideales son los fines
que se desean alcanzar en la vida: felicidad, justicia, utilidad…
Según
Kohlberg, el proceso del desarrollo de la conciencia moral se divide en 3
etapas que están comprendidas entre dos estadios:
Los
dos estadios son la heteronomía moral, en la que se aceptan las normas
propuestas por otros, y la autonomía moral, que consiste en darse a sí mismo
normas morales propias.
Las
3 etapas son las siguientes, ordenadas de menos a mayor madurez de la
conciencia moral:
-
Preconvencional: se obedecen las normas impuestas por otros por miedo al
castigo, o se asumen como propias solo las normas que favorecen los intereses
propios.
-
Convencional: se actúa en función de lo que esperan los demás o la sociedad, o
bien se respetan las normas por necesidad del orden social y los intereses
generales de la sociedad.
-
Posconvencional: se reconocen el carácter relativo de las normas y los derechos
humanos y se aceptan las normas que son fruto del consenso; en la etapa más
avanzada, se toma conciencia de principios universales que están por encima de
las leyes.
Yo
pienso que me encuentro en la etapa convencional, en el respeto al orden social
establecido, porque entiendo que las normas son imprescindibles para el orden
social y los intereses sociales y la convivencia.
En
conclusión, una sociedad justa debe permitir la convivencia de los individuos y
respetar la dignidad y los derechos humanos, y la libertad individual y los
derechos básicos, que se consiguen
mediante normas (morales, sociales) y leyes legítimas que se consiguen mediante
el acuerdo y consenso de la sociedad (leyes democráticas). Los seres humanos
están dotados de la razón y la moral, y a medida que se desarrollan adquieren
una conciencia moral que les permite estimar los valores, normas, principios e
ideales, llegar a una autonomía moral y determinar personalmente normas propias
qué es bueno y malo en la sociedad.
En la actualidad, las
personas conviven en diferentes sociedades controladas por una gran serie de
normas y leyes. John Rawls entiende la justicia como la equidad; establece que
una sociedad justa cumple que cada persona tiene un derecho igual a un esquema
similar de libertades para otros, y las desigualdades sociales y económicas
deben resolverse de modo que resulten en el mayor beneficio de los miembros
menos aventajados de la sociedad, y los cargos deben estar abiertos bajo
condiciones de igualdad de oportunidades. Entonces, las leyes de una sociedad
justa harían que el individuo goce de derechos y libertades básicos, pero sin
transgredir los de los demás: La libertad de uno acaba donde empieza la del
prójimo. Así, en una sociedad justa cada uno es libre de actuar de distintos
modos sin violar los derechos de los demás ni hacer el mal de forma que otros
no gocen de la misma libertad. Además cada individuo tiene unas obligaciones
que debe llevar a cabo para el bien de la sociedad.
Las normas y leyes indican qué se puede o debe hacer y
qué no o cómo debemos actuar en ciertas ocasiones, y pueden sancionar a los que
no las cumplen. Estas son el instrumento más importante para establecer el
orden social y la justicia, y para intentar conseguir la libertad individual a
la vez que los derechos básicos de todos. Hacen que se cumplan los derechos y
las obligaciones de las personas. En una sociedad sin normas se instalaría el libertinaje,
es decir, algunas personas podrían hacer todo lo que quisiesen y actuar como
quieran, pudiendo hacer el mal e infringir los derechos y libertades de los
demás y hacer la violencia; toda conducta estaría permitida y sería un caos.
Sin embargo, dos corrientes filosóficas del s. XIX aspiran a una sociedad justa
sin leyes ni Estado, ni propiedad privada: el Anarquismo de Bakunin y Kropotkin
y el Marxismo de Marx y Engels; creen en una sociedad utópica en la que cada
uno se dicta sus propias normas morales y es completamente libre, pero no hay
leyes. Yo creo que las normas son imprescindibles para el orden social, la
libertad y los derechos y es imposible una sociedad justa sin leyes, y ese
ideal es una quimera.
En los países democráticos, las leyes son producto del
consenso entre las personas, puesto que el pueblo elige a sus representantes
mediante el voto, y estos son los que aprueban las leyes en el Parlamento. Esto
hace las leyes más legítimas y nos lleva a una sociedad más justa en la que
todos podemos participar en la política y es más fácil que se respeten los
derechos individuales. Como las leyes son fruto del acuerdo, para respetar a
los individuos de una sociedad se deben respetar sus leyes, por ejemplo: a un
ciudadano, aunque no es pobre, no le agrada pagar sus impuestos porque
perjudica directamente a su economía, pero piensa que tiene que hacerlo (y lo
hace) porque el Estado utiliza el dinero público para el bien común y sin los
impuestos no se podría disponer de los servicios públicos (sanidad, educación,
servicios de emergencias, policía, guardia civil, etc.) ni los derechos que
estos implican. No obstante, esto no quiere decir que en estos Estados todas
las leyes sean justas; hay leyes que no son justas o se podría considerar que
no lo son, ya que el sistema no es perfecto y pueden haber errores y no
respetarse algunos derechos, por ejemplo: en Rusia está prohibido el matrimonio
homosexual, y en España la ley de seguridad ciudadana (ley mordaza) limita el
derecho a huelga. El trascendental pensador nacionalista indio Mahatma Gandhi
defendía la huelga, la resistencia no violenta y la desobediencia civil si la
conciencia moral propia no estaba de acuerdo con leyes o decisiones del Estado.
Personalmente yo estoy de acuerdo con la
legitimidad que da la democracia a sus leyes.
En los regímenes dictatoriales y no democráticos, una
sola persona tiene todo el poder político, por lo que hace sus propias leyes y
pone en práctica sus propios valeros, y no se respetan todos los derechos y
libertades individuales.
Además, en una sociedad justa se reconocerían los
derechos básicos de sus integrantes y también la dignidad humana. La dignidad
humana es el valor supremo de la vida de las personas, que se reconoce por
medio de la igualdad y los derechos, y por supuesto la igualdad de derechos
políticos y jurídicos (igualdad ante la ley y la justicia, derecho al voto).
Para reconocer mundialmente la dignidad humana y los
derechos de las personas e intentar que se respeten, en 1945 se firmó la Carta
de las Naciones Unidas en San Francisco; tras la 2ª guerra mundial, la
comunidad internacional se comprometió a evitar que se repitiese un holocausto.
En 1948, los 50 estados miembros de las Naciones Unidas aprobaron en París la
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta declaración ha inspirado
tratados y constituciones, aunque en la mayoría de países no se cumplen los
derechos humanos: según la ONU, solo se cumplen todos en 14 países, entre ellos
Francia, Alemania, Bélgica y Canadá. La declaración se amplió a colectivos como
las mujeres y los niños. Los derechos humanos son universales (pertenecen a
todas las personas), inalienables (no se pueden traspasar) e interdependientes
e indivisibles (todos tienen la misma importancia, y para que uno de ellos sea
reconocido se deben respetar todos). Actualmente, la Organización de las
Naciones Unidas está formada por 193 países, y defiende y trabaja por los
Derechos Humanos, la paz y la igualdad. Amnistía Internacional es una
organización presente en 150 países que lucha por los derechos humanos, fundada
por el abogado inglés Peter Benenson. En mi opinión, la ONU y los Derechos
Humanos son sumamente importantes, puesto que así se pueden reconocer y hacer
respetar los derechos de todas las personas del mundo, y estamos un gran paso
más cerca de la justicia y la igualdad en el mundo.
La dignidad humana se conoce desde la antigüedad, pero,
¿qué hace al ser humano tan diferente del resto de seres vivos? ¿Cómo nace el
ser humano y cuál es su naturaleza?
El ser humano está dotado de la Razón y de un intelecto
superior, y también de la moral, que determina lo que está bien y lo que está
mal.
El filósofo inglés del XVII Thomas Hobbes (el Leviatán),
junto a otros pensadores, sostiene que el ser humano es brutal y egoísta por
naturaleza, y la sociedad intenta corregir su comportamiento. El ilustrado
francés Rousseau defendía que las personas nacen naturalmente buenas y la
sociedad las corrompe. Estas posturas son un tanto deterministas. Por último
hay quien cree que el hombre no tiene una naturaleza determinada y que el
futuro de un individuo depende de sus decisiones y de las circunstancias y
condiciones con las que vive. Esta postura está un poco más relacionada con el
libre albedrío. Yo no me decantaría mucho por ninguna de las ideas, pero pienso
que el carácter y los actos de las personas dependen de sus decisiones y
circunstancias, y que aunque las personas nacen inocentes también tienen cierto
egoísmo por naturaleza, y en el desarrollo de su pensamiento intervienen muchos
factores.
Por otro lado, las personas no nacemos con conciencia
moral, es algo que se adquiere con el tiempo con el desarrollo intelectual y la
madurez. Los referentes de nuestra moral son los valores, principios, normas e
ideales.
Los
valores son cualidades de las realidades que las hacen estimables, y siempre
tienen uno opuesto: bien y mal, belleza y fealdad, sinceridad y mentira… Las
normas, como dije anteriormente, dicen qué se debe hacer y qué no; los
principios son normas muy generales en las que se basan o inspiran otras más
concretas: tratar a los demás como te gustaría que te traten a ti, decir la
verdad, no usar la violencia salvo para defenderse… Los ideales son los fines
que se desean alcanzar en la vida: felicidad, justicia, utilidad…
Según
Kohlberg, el proceso del desarrollo de la conciencia moral se divide en 3
etapas que están comprendidas entre dos estadios:
Los
dos estadios son la heteronomía moral, en la que se aceptan las normas
propuestas por otros, y la autonomía moral, que consiste en darse a sí mismo
normas morales propias.
Las
3 etapas son las siguientes, ordenadas de menos a mayor madurez de la
conciencia moral:
-
Preconvencional: se obedecen las normas impuestas por otros por miedo al
castigo, o se asumen como propias solo las normas que favorecen los intereses
propios.
-
Convencional: se actúa en función de lo que esperan los demás o la sociedad, o
bien se respetan las normas por necesidad del orden social y los intereses
generales de la sociedad.
-
Posconvencional: se reconocen el carácter relativo de las normas y los derechos
humanos y se aceptan las normas que son fruto del consenso; en la etapa más
avanzada, se toma conciencia de principios universales que están por encima de
las leyes.
Yo
pienso que me encuentro en la etapa convencional, en el respeto al orden social
establecido, porque entiendo que las normas son imprescindibles para el orden
social y los intereses sociales y la convivencia.
En
conclusión, se aspira a una sociedad justa que debe permitir la convivencia de los individuos y
respetar la dignidad y los derechos humanos, y la libertad individual y los
derechos básicos, que se consiguen
mediante normas (morales, sociales) y leyes legítimas que se consiguen mediante
el acuerdo y consenso de la sociedad (leyes democráticas). Los seres humanos
están dotados de la razón y la moral, y a medida que se desarrollan adquieren
una conciencia moral que les permite estimar los valores, normas, principios e
ideales, llegar a una autonomía moral y determinar personalmente normas propias
qué es bueno y qué es malo en la sociedad.
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