martes, 23 de mayo de 2017

12 HOMBRES SIN PIEDAD

"12 hombres sin piedad" narra la historia de los componentes de un jurado, doce hombres, que se retiran a reflexionar sobre lo que parece un sencillo y claro caso de asesinato (un chico ha matado a su padre). Cuando parece que no van a tardar demasiado en decidir un veredicto, uno de ellos no lo tiene tan claro, tiene lo que se llama duda razonable, aquella que si surge es necesario e imprescindible dictaminar que el acusado es inocente (su vida depende de la decisión de estos doce hombres). Expondrá sus argumentos y pedirá una nueva votación para ver si alguien más se lo ha pensado. Poco a poco las duda comienzan a surgir.
Prácticamente toda la acción  transcurre en la sala de deliberación, exceptuando el prólogo y el epílogo. En hora y media Lumet va creando una sensación de claustrofobia acorde con la psicología de los personajes. Para ello, va acercando cada vez más la cámara a sus personajes, y jugando con ella obtiene dicho efecto. Con este sencillo truco, el espectador se ve inmerso en una historia sobre la que apenas tiene datos, pero que se van descubriendo, desvelándose con ello las distintas personalidades de los sujetos que decidirán si el chico vive o muere. Uno a uno van descubriendo sus cartas, y enseguida nos damos cuenta de aquéllos a los que verdaderamente les preocupa el caso y se toman con seriedad la responsabilidad que ha recaído sobre ellos, y a los que no les importa mucho
No sabemos la mayoría de sus nombres; o bien se dirigen a ellos por su número de miembro del jurado, o bien por su profesión. Hay desde un arquitecto, hasta un publicista, pasando por un entrenador de fútbol, un contable, un vendedor, etc. Gente de a pie normal y corriente con la que es muy fácil identificarse, salvo quizá la del arquitecto, papel que le viene como anillo al dedo a Henry Fonda, pues parece poseer la verdad absoluta, algo que si existe es muy difícil de alcanzar. Un hombre recto, reflexivo, compasivo, inteligente, y que su inquietud le hace pensar más que los demás, algo que hará que los acontecimientos tomen un curso  distinto. Un curso en el que prejuicios de todo tipo salen a flote antes de que llegue el inevitable final, y todo porque la mayoría de los personajes, son incapaces en principio de dejar a un lado las experiencias personales (uno de ellos es racista con la gente de igual condición social que el acusado sólo porque ha tenido un par de encontronazos con ellos). Todos esos puntos de vista son desmontados. Y el espectador se conmueve ante cada nueva pista descubierta, ante cada nuevo desmoronamiento de los prejuicios que todos poseen. Al final queda la verdad, se ha hecho justicia y la sensación de haber hecho lo correcto, aunque para llegar a ello cada uno ha tomado caminos distintos.
Gracias por leerlo.

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